Hoy han operado a mi hermana Pili de un mioma uterino.
Han sido unas tres horas de intervención y la doctora parecía tranquila y satisfecha.
Eso está bien. Al menos te hace sentir relajado ver que el profesional está seguro.
Los más angustiados, sin lugar a dudas, eran mi cuñado y mi madre. Lógico, ¿no creéis? Aunque las madres, ya se sabe, se duelen siempre que uno de sus pequeñines tiene cualquier trapiés en su vida. Por lo menos la mía.
Así que allí hemos pasado unas horas, en la sala de espera de quirófanos. Entre conversaciones tontas y paseos hasta la puerta para ver si recibíamos noticias.
Hay algo que queda de esto: tengo una familia, unida a día de hoy. ¿No es importante?
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