jueves, 15 de febrero de 2007

Principio de economía

El otro día, salíamos de la nueva oficina a tomar un café. Cuando nos acercábamos al bar, veo un hombre que estaba quitando un papel del parabrisas de mi coche. Como el hombre iba vestido con un uniforme de los que llevan los operarios del ayuntamiento, me acerque a él y le pregunté:

- ¿Molesta?
- ¿Cómo? - me dijo
- El coche, que si molesta, para moverlo a otro lugar
- ¡Ah, no! Es que estaba quitando los papeles que ponen en los coches, porque luego la gente los tira al suelo y me cuesta más trabajo recogerlo ...

La conversación terminó ahí, más o menos. No me acuerdo si llegué a decirle algo más porque me quedé atónito. Obviamente esta persona era un empleado del ayuntamiento, del servicio de limpieza.

Este hombre hace esto para ahorrarse el tener que barrer toda la calle. Ha llegado a la conclusión, por propia experiencia personal y laboral, supongo, que el buzoneo no sirve para nada excepto para hacerle trabajar a él.

Me imagino la escena: el típico repartidor con su mochila cargada de papeles que va andando por la calle, cruzandola de coche en coche y dejando un panfleto en cada parabrisas. Y detrás este señor, también cruzando la calle de coche en coche quitando lo que antes había puesto el repartidor. Y la cara de este cuando se gira y ve la calle limpia de publicidad. O peor, cuando intenta justificar ante el jefe que ha repartido todo su lote y este le dice que no es posible porque ha pasado por la calle y no ha visto un sólo panfleto.

A pesar de lo cómica que pueda parecer la situación, hay algo de dramático en ella. A fin de cuentas, el hecho de que esto señor recoja los panfletos hace que el trabajo de otras personas no sirva para nada. ¿Cuantas se nos ocurren? Repartidores, impresores, productores de papel, personal de la agencia de publicidad, transportistas, el dueño del establecimiento que se anuncia... Este último además tiene el perjuicio económico de haberse gastado el dinero en una campaña que no da los resultados previstos porque alguien no deja llegar la publicidad al posible cliente.

Y aún hay algo peor, que es que la producción de esta campaña de papel esta siendo producida para ir directamente a la basura.

Este último hecho es algo en lo que nuestro personaje empleado de limpieza no hace más que aportar una gota de agua a un océano de desperdicios. Si vamos a una gran superficie, estamos rodeados de cosas que han sido destinadas para ir a la basura directamente: basta fijarse en los expositores de la sección de papelería, en los exhibidores de un simple bolígrafo. No menciono ya los quioscos y el boom de los coleccionables o los especiales, con la cantidad de cartón que rodean a la película, fascículo o libro y que, generalmente, el quiosquero te quita amablemente y tira a la basura para darte el contenido en una bolsa de más fácil transporte.

No es que este empleado de limpieza haya despertado en mí una conciencia inexistente. Sólo a venido a espabilar el sentimiento de horror que se creo en mí el día en que Angel me contó el principio de distribución, según el cual el 21% (no estoy seguro) de la producción de un periódico está destinada a la hoguera de antemano. Aunque me justificó adecuadamente esta situación, desde el punto de vista económico, nunca he parado de pensar que es un escándalo que toneladas de papel y trabajo se transformen en residuos sin más. Luego me contó de como había presenciado la destrucción de lotes enteros de equipos de música porque salía más baratos destruirlos y comercializar equipos nuevos. O ediciones enteras enciclopédias médicas o de abogacía que eran quemadas sin ni siquiera salir a la venta.

También he visto con mis ojos los contenedores de deshechos, material atrasado, de las distribuidoras. Toneladas de papel y otros productos: piezas de coleccionables, cintas de vídeo, botellas de vino, perfume... Todo destinado a perecer en un vertedero o, como mucho, en un aplanta de reciclaje.

Llevándolo al extremo, podríamos decir que se están talando bosques para ser quemados en hornos crematorios que destruyan a conciencia toda esta producción de papel. Hay producciones enteras que van de la imprenta a los depósitos de reciclaje sin haber pasado por las manos de ningún lector.

Y esto forma parte de nuestro estilo de vida. Es el principio de nuestra economía. Necesitamos hacer esto para seguir funcionando, para generar riqueza, para que funcione nuestra industria.

¿Me equivoco?

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